Época: Reconquista
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1300

Antecedente:
La corona de Aragón



Comentario

La hegemonía navarra sobre los príncipes cristianos desaparece con Sancho el Mayor. La división de los dominios entre sus hijos y la falta de cohesión entre las tierras incorporadas por Sancho pusieron fin a la obra unificadora emprendida por el monarca navarro. La monarquía pamplonesa queda relegada a un lugar secundario mientras sobresale en Occidente el nuevo reino de Castilla unido al leonés, y en Oriente el condado de Barcelona. Sancho no dividió el reino entre sus hijos: se limitó a confiar el gobierno de Castilla, Aragón y Sobrarbe-Ribagorza a sus hijos Fernando, Ramiro y Gonzalo que, jurídicamente, dependerían del único rey, García de Navarra. En la práctica, los hijos de Sancho actuaron como reyes independientes y se opusieron a las pretensiones de García, contra el que se sublevó Ramiro en 1043 y en 1054 Fernando, en ambos casos para rectificar las fronteras fijadas por Sancho, para ocupar Sobrarbe y Ribagorza en el primer caso y Álava, Vizcaya, Santander y Burgos en el segundo. Derrotado y muerto García en la batalla de Atapuerca, la situación jurídica se invierte y el nuevo monarca navarro, Sancho IV (1054-1076), ya no será señor sino vasallo del castellano. Castellanos y aragoneses no tienen fronteras comunes en disputa pero sí zonas de influencia y futura conquista de las tierras musulmanas de Zaragoza, por cuyas parias llegan a una guerra en la que encuentra la muerte el aragonés Ramiro en la batalla de Graus (1063). Poco más tarde, cuando Sancho II de Castilla inicie una nueva guerra fronteriza con Sancho IV de Navarra, el rey de Aragón, Sancho Ramírez, acudirá en ayuda del navarro que, sin embargo, no podrá impedir la ocupación castellana de los montes de Oca, de la Bureba y del castillo de Pancorbo. La penetración de los cluniacenses en Aragón, iniciada en tiempos de Sancho el Mayor, aumenta la influencia de Roma, que comienza a ser vista como garantía de estabilidad, como poder supremo de Occidente. A Roma se dirigen los monjes y condes catalanes cuando quieren ver legalizadas y protegidas sus adquisiciones, y a Roma acudirá Sancho Ramírez de Aragón para legalizar sus derechos al trono discutidos por la ilegitimidad del nacimiento de su padre, que puede ser utilizada por los vecinos navarros, urgelitanos y castellanos para justificar la ocupación del reino aragonés. Frente a sus vecinos y en especial frente al rey de Navarra, que puede alegar derechos feudales sobre el aragonés, la solución está en declararse vasallo de la Santa Sede, como hará cincuenta años más tarde Alfonso Enríquez de Portugal para librarse de la tutela castellano-leonesa y afirmar la independencia del reino. La pugna entre navarros y aragoneses perjudica a ambos, y cuando en 1076 muere el monarca navarro, Sancho Ramírez de Aragón es aceptado como rey único; la unión permitirá ampliar considerablemente las fronteras, especialmente durante el reinado de Alfonso el Batallador, que ocupa el reino musulmán de Zaragoza y crea en sus tierras un nuevo reino, independiente de Aragón y de Navarra. Esta medida perjudica a los navarros, que no podrán extenderse hacia el sur, ocupado por Castilla y por Zaragoza, mientras los aragoneses pueden extenderse hacia el vecino reino musulmán de Lérida y por las tierras del reino taifa de Albarracín. Esta situación explica que cuando Alfonso redacte un testamento por el que cede sus reinos a las Ordenes Militares, la disposición no sea aceptada ni por la nobleza navarra ni por la aragonesa, que decidieron ignorar el testamento y elegir su propio rey (García Ramírez en Navarra y Ramiro II en Aragón); por su parte, los zaragozanos entregaron el reino al monarca castellano Alfonso VII, que utilizará el reino para intervenir en la política de navarros y aragoneses ofreciendo Zaragoza alternativamente a unos y otros a cambio del reconocimiento de su señorío feudal.